Ficus talado y arrancado. Alicante

sábado, 16 de enero de 2021

Edad Antigua. Hispánicas

 

Edad Antigua

Las primeras emisiones monetarias salidas de cecas hispanas fueron las de las colonias griegas de Emporion (Ampurias) y Rode (Rosas), desde el siglo V a. C., y de las colonias fenicias de Ebusus (Ibiza) y Gadir (Cádiz), desde finales del siglo IV a. C.

Dracma de Arse, siglo II a. C.
Denario de Bascunes, 150-120 a. C.
As de Konterbia-Karbica (Segobriga), después del 133 a. C.
Moneda de Bora, ca. 50 a. C.
Monedas iberas en el MNAC.

Los pueblos de la zona ibera comenzaron a acuñar moneda con la conquista romana y las primeras conocidas son las de Iltirta (Lérida) y Arse (Sagunto), de finales del siglo III a. C., utilizando la metrología de la dracma griega antigua y sus fracciones. Los romanos no pretendieron inicialmente imponer su sistema monetario ni el latín (se utilizaron hasta seis alfabetos distintos, incluyendo las distintas variantes de alfabetos iberos), siendo muy diversos los motivos iconográficos, aunque fue muy extendido el del "jinete ibero" y la cabeza de Hércules. El número de cecas que llegaron a funcionar fue muy alto, unas 200 en el periodo republicano (350 si se suman todas las de la Antigüedad y Tardoantigüedad), y las tipologías muy variadas, así como los metales (oro, plata, cobre, plomo y aleaciones); incluso hubo moneda de tipología ibérica acuñada en cecas de las Galias, y en una localidad siciliana (Morgantina) con presencia de mercenarios iberos (Mericus). Significativamente, no hubo ninguna emisión monetaria en todo el cuadrante noroccidental de la península (zona céltica) durante toda la Edad Antigua, hasta la caída del Imperio romano y el establecimiento de los reinos germánicos (suevos y visigodos, siglo V y VI), a pesar de contar con ciudades de no poca importancia, mientras que entre los cientos de localidades del centro, este y sur peninsular con ceca había algunas del tamaño de aldeas. Las primeras acuñaciones de moneda romana en Hispania salieron de cecas militares móviles para las necesidades del ejército, particularmente durante las guerras civiles. Al término de las guerras sertorianas, 72 a. C., se unificó el modelo monetario, con inscripciones en latín e iconografía romana; los talleres iberos desaparecieron prácticamente o se reconvirtieron en cecas provinciales romanas. La reforma monetaria de Augusto trajo consigo el cierre de algunas cecas y la apertura de otros; y en el año 39-40 d. C., bajo Calígula, se cerraron todas las cecas hispanas. En el resto del periodo romano ya no hubo más emisión de moneda en Hispania, salvo contadas excepciones: una en Ebusus (del emperador Claudio), tres en Tarraco (Galba, Vitelio y Vespasiano) y una en Barcino (del usurpador Máximo).3

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