Hay lugares que en los tiempos en que vivimos donde queremos lo nuevo.
Nos asombran las cosas antiguas, como esta caseta de palos desvencijada, quie un día arrojara el mar des el hruacán de sus olas. Se medio cae, pero resite. No se equiquen que esta caseta de Aguamarca, lleva a ¡quí no se sabe cuánto tiempo. Vigila la mar, vigila el faro del fin del mundo, del fin del horizonte donde todo fantasía es posible. ¿Qué piensa este hombre? Echa un cigarro lentamente como lento el el caminar de los caracoles marinos, de la tortugas marinas, o este viejo esqueleto del cangrejo sentario que una vez tuvo un cuerpo vivo, cuya cáscara de roca y cal persiste.