El “fraude” que intenta tergiversar la historia de Al Andalus
La inmensa mayoría de historiadores y arabistas denuncian la corriente que niega la conquista islámica de la península Ibérica
Madrid
El primero en plantear que la llegada del islam a la Península no fue producto de la conquista protagonizada por árabes y bereberes a principios del siglo VIII fue “el falangista Ignacio Olagüe, que trató de demostrar que la raza española no estaba contaminada por los árabes”, explica Eduardo Manzano, profesor de investigación del Instituto de Historia del CSIC. Olagüe plasmaría sus ideas en el libro La revolución islámica de Occidente (1974). Pero aquella hipótesis, “desdeñada” por la comunidad científica, ha recibido en los últimos años un “renovado impulso”, lamenta Manzano, autor, entre otras muchas obras, de Conquistadores, emires y califas. Los Omeyas y la formación de Al Andalus (Critica, 2011).
“Empieza a dar la sensación de que existen dos hipótesis: la primera, que defiende la invasión islámica de la península Ibérica, y una segunda, que niega que el origen de Al Andalus esté vinculado a esa conquista”, protesta en una entrevista telefónica García Sanjuán, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Huelva y autor de La conquista islámica de la península Ibérica y la tergiversación del pasado (Marcial Pons Historia, 2013). Sin embargo, el arabista recuerda que “la primera opción está avalada por la evidencia científica de manera que, considerar que existen dos hipótesis sobre el origen de Al Andalus es lo mismo que decir que existe la medicina y la homeopatía o el evolucionismo y el creacionismo”.
Una de las pruebas que demuestran la vinculación entre la invasión de la Península y el Califato Omeya, según apunta Eduardo Manzano, es El mural de los seis reyes del castillo de Qusayr Amra, en Jordania, construido en el siglo VIII por el príncipe omeya —y futuro califa— Al Walid II. En el fresco, aparecen seis monarcas o líderes que se enfrentaron al islam: cuatro de ellos tienen inscripciones en árabe y griego y los expertos los han identificado como el emperador de Bizancio, el emperador persa Cosroes, el negus de Abisinia (Etiopía) y el rey Rodrigo de España, derrotado en el 711. Las otras dos figuras se atribuyen a un soberano chino y a uno turco o hindú.
“El dinar transicional y bilingüe, en latín y árabe, que fue acuñado en Al Andalus en el año 98/716 [el año 98 es del calendario musulmán], según especifica la leyenda en árabe de su orla, reproduce en el área central y en árabe la misión profética de Mahoma: Muhammad rasul Allah, es decir, Muhammad es el enviado de Dios”, detalla María Antonia Martínez Núñez, directora del Departamento de Estudios Árabes de la Universidad de Málaga. Es solo uno de los muchos ejemplos que cita Martínez Núñez, que también alude a los precintos de plomo: “Sin duda alguna, los precintos de plomo hallados en Narbona (Francia), junto a los procedentes de diversas zonas de la península Ibérica, constatan las dos modalidades de la conquista del 711, por las armas y mediante pacto, así como el reparto del botín o la imposición de cargas fiscales a los sometidos. Esto precintos además proporcionan la más arcaica documentación del uso del nombre Al Andalus y un buen número de ellos consignan los nombres de los primeros gobernadores, como Al Hurr, Al Samh, Anbasa ibn Suhaym, Abu l-Jattar”, explica en un correo electrónico.